Pedro de Angelis public en 1836 Derroteros y viajes a la Ciudad Encantada, o de los C sares, que se cre a existi al sur de Valdivia. Angelis recopil una gran cantidad de cr nicas que dan una idea de una ciudad inventada, un para so perdido, un nuevo El Dorado Austral.
En el siglo XVI comenz a extenderse entre los conquistadores espa oles un rumor que se refer a a una misteriosa poblaci n que se situaba, seg n parec a, en la parte oriental de la cordillera de los Andes, en un indeterminado lugar ubicado aproximadamente hacia los 35 o 36 de latitud austral.
Se trataba de una muy rica ciudad fundada por gente ind gena huida del Per , tras la conquista espa ola, que hab a llevado consigo cantidad inconmensurable de oro, plata y piedras preciosas.
As surgi y se cre la leyenda de la Ciudad de los C sares o de los C sares de la Patagonia, o Ciudad Encantada de la Patagonia. Todo ello fue causa suficiente para justificar numerosas expediciones y propuestas de b squeda para conseguir tal preciado tesoro. El mito sobre su existencia perdur hasta bien entrado el siglo XVIII.
El mito de la Ciudad Encantada de la Patagonia o de los C sares motiv desde temprana poca el surgimiento de una literatura especializada, que se ocup de la materia. Por lo cual se dispone de una bibliograf a variada, en la que se ha abordado esta leyenda, sus diferentes or genes y las secuelas que tuvo tan preciado lugar.
Mencionando entre los primeros autores a los historiadores jesuitas padres Alonso de Ovalle, Miguel de Olivares y Diego de Rosales, que recogieron las noticias primigenias del mito y las publicaron durante los siglos XVII y XVIII.
Pero, sin lugar a dudas, debe se alarse entre los m s importantes a Pedro de Angelis que se ocup del asunto como recopilador de cartas, relaciones y derroteros que dan cuenta del mito de una ciudad m gica.
En su introducci n Angelis, nos acerca a su visi n personal sobre algunos aspectos oscuros de la poca colonial...
Bajo el imperio de estas ilusiones, acog an todas las esperanzas, prestaban el o do a todas las sugestiones, y estaban siempre dispuestos a arrostrar los mayores peligros, cuando se les presentaban en un camino que pod a conducirlos a la fortuna.
Es opini n general de los escritores que han tratado del descubrimiento del R o de la Plata, que lo que m s influy en atraerle un n mero considerable y escogido de conquistadores, fue el nombre.
Ni el fin tr gico de Sol s, ni el n mero y la ferocidad de los ind genas, ni el hambre que hab a diezmado a una porci n de sus propios compatriotas, fueron bastantes a retraerlos de un lugar que era una promesa de riqueza infinita.
La presente antolog a contiene, entre otros, textos de Pedro Lozano, Silvestre Antonio de Roxas, Jos Cardiel, Ignacio Pinuer y Agust n de J uregui.