Desde los tiempos de la antigua Grecia hasta nuestros d?as, los pol?ticos con su ret?rica convencen al pueblo de que ellos son la mejor opci?n para conducirlos por el camino de la paz, la justicia y la prosperidad. Su discurso casi hipn?tico inflama nuestras m?s sublimes emociones y nos infunden fe para que creamos en sus promesas y les obsequiemos el voto; ellos son como el merolico callejero que nos emboba y nos sorprende, son excelentes vendedores...