Siempre me han gustado los revolcones con perfectos desconocidos, por mucho que en la realidad esa clase de encuentros sexuales fortuitos no tenga nada que ver con las bien ensayadas escenas de alto voltaje que tienen lugar en las pel culas entre actores de carnes casi insultantemente prietas y donde las protagonistas, o bien no llevan bragas o bien llevan un conjunto de Dior reci n salido de cualquier corseter a car sima.