Historiadores, cronistas, periodistas, investigadores y hasta novelistas, retratan a los protagonistas de la historia contempor nea, basados en terceras fuentes o bebiendo en la inagotable laguna de la imaginaci n. Unos apegados a la hagiograf a por su simpat a y otros siguiendo leyendas negras alimentadas por el odio o la antipat a que les inspiran los personajes cuestionados. Dif cil exigir objetividad o comprobar la veracidad de las alegor as narradas. Esta reflexi n es fruto de mi lectura de varios hechos hist ricos en los que me toc participar ora como simple testigo o como activo actor y simplemente sonre r ante la falsificaci n del episodio contado. H roes convertidos en villanos y viceversa. Impostores reciclados en genuinos conductores de los pueblos o improvisados funcionarios p blicos alabados como estadistas. En resumen, en todas las latitudes, esas exageraciones existen y son -a veces- inevitables. Por todos esos motivos, he decidido los dramatis personae pintados en este libro y las circunstancias en que los conoc y frecuent , son testimonio de primera mano que, contribuir al lector a evaluar mejor su opini n sobre el tema, con lo cual habr logrado alcanzar mi aspiraci n de ser un acucioso observador de las trastiendas hist ricas.