La vanidad, una eterna costumbre que se niega a desaparecer, ha competido con la belleza f sica desde tiempos remotos. Incluso en la actualidad, la apariencia exterior sigue siendo coronada como un criterio de valoraci n. Se han desarrollado innumerables productos, desde cremas hasta lociones, con el fin de perfeccionar las leves imperfecciones de un rostro hermoso. Melanie Malvista no fue la primera en sucumbir a la vanidad, sino simplemente un reflejo...