Todo acusa una misma pal?dica superficie en este viaje al pantano-sin-fin de la cultura cubana: mar, manigua, maleza. No solo por el devenir bajareque (al que asistimos en calidad de ?ltimo ?dolo familiarista), o por el gradiente de dolor perruno a que todo conduce, sino a cuenta (tambi?n) de esas candilejas que son los estudios poscoloniales. Ducho en navegaci?n a baja vela, Larry J. Gonz?lez bojea con vivacidad de cart?grafo, rastrea como dingo...
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