Libro 3: La Sangre de Jerusal n, Vol. 2. Serie: Las Historias de las Ocho Cruzadas (Tama o A5 - 567 p ginas - Disponible en ingl s, espa ol e italiano) En esta segunda parte de La Sangre de Jerusal n, pues, las cosas ya empiezan a ponerse interesantes puesto que toda la narraci n contenida en este nuevo libro nos llevar directos hasta la tan ansiada conquista cruzada de Jerusal n, ocurrida la tarde del 15 de julio de 1099, es decir cuatro a os despu s de que el Papa Urbano II declarase abiertas las cruzadas en Clermont, el 27 de noviembre de 1095. Sin embargo, antes de llegar a ver, (hacia la mitad del libro), las murallas de Jerusal n ceder ante las embestidas de los cruzados cat licos, tendremos primero que ver el largu simo asedio de Antioqu a, desde el 21 de octubre de 1097 hasta el 28 de junio de 1098, que es cuando, con la necesaria complicidad de Firuz, un armenio traidor que se pasa al bando cristiano, ocurre el asalto y la batalla que llevar a los Normandos a conquistar Antioqu a por mano de su l der, el heroico y valiente pr ncipe italiano Bohemundo de Tarento (quien seg n Anna, la hija del emperador bizantino Alejo I, adem s de heroico y valiente, tambi n era muy guapo). En el marco de este asedio, iremos viendo en detalle las muchas terribles batallas que se lucharon por ah , como por ejemplo las batallas de Saru , Albara y San Sime n, as como las batallas de Har n, del Puente Fortificado y del Lago, hasta llegar al establecimiento del Principado Latino de Antioqu a por el pr ncipe Bohemundo de Tarento, a finales de junio de 1098. Desde aqu , iremos pasando por algunos acontecimientos m gicos y m sticos realmente incre bles pero totalmente ciertos, como el supuesto hallazgo, en una iglesia de Antioquia, de la Santa Lanza de Jesucristo, la misma que el Centuri n romano Longinos le habr a clavado en el costado a Jes s cuando el Cristo estaba agonizando en la cruz, un devastador terremoto acompa ado de la inesperada e incre ble aparici n, en el cielo nocturno, de una siniestra Aurora polar (un hecho realmente incre ble dada la latitud c lida y sure a en la que est ubicada Antioquia). Veremos tambi n la tr gica ordal a o prueba del fuego a la que acepta someterse el descubridor de la Sagrada Lanza de Cristo, el monje m stico provenzal Pedro Bartolom para acallar las acusaciones de fraude y demostrarle a todo el mundo que esa milagrosa lanza por l descubierta, era la aut ntica, (spoiler, ese d a el buen Dios deb a de estar muy ocupado por qu no baj a sacarle de ese t nel de fuego). Por ltimo, ya en el verano del 1099, durante el asedio cruzado a Jerusal n, nos toparemos con el misterioso ermita o del Monte de los Olivos, una especie de viej simo profeta asc tico, con el rostro adornado por una descomunal y largu sima barba blanqu sima, que viv a recluido en una cueva en lo alto del monte, y del que se dec a que ten a 900 a os como el profeta Matusal n. Y por si esto fuera poco, seg n los aldeanos locales, el abuelito milenario era capaz de lanzar maldiciones y hacer profec as que siempre se cumpl an... Y finalmente, seremos testigos de la conquista cruzada de la Santa Ciudad, obtenida por medio de una alucinante y espantosa masacre de su poblaci n civil, pues el historiador franc s Raimundo de Aguilers, testigo presencial directo de los hechos, afirma que despu s del combate hab a tantos cad veres que se hizo necesario quemarlos todos en unas piras funerarias que eran altas como monta as. Copyright (c) 2025 - David S. Matrecano
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