Elena suspir? cuando, asomada a la ventana, vio a sus nietos irse caminando por el sendero de piedritas que conduc?a a la acera. La visita fue corta, como siempre. Era el precio a pagar cuando se ten?a tres nietos adolescentes. Su nuera, que bastante buena era comparada con otras nueras, los obligaba a visitar a su abuela cada s?bado.