En 1913, cuando Anthony Patch cumpli los veinticinco, hab an transcurrido ya dos a os desde que la iron a -el Esp ritu Santo de estos ltimos tiempos- descendiera, al menos te ricamente, sobre l. La iron a era como el toque final a los zapatos, como la ltima pasada de cepillo...
Al cabo de quince d as Anthony y Gloria empezaron a permitirse discusiones pr cticas, como llamaban a las sesiones en las que, bajo la apariencia del m s estricto realismo, caminaban sobre un eterno rayo de luna. -No tanto como yo a ti -insist a el cr tico literario-. Si realmente...