Abajo, la colonia permanece. Sin memoria; sin pasado ni futuro. La historia se convierte en ritos; los ritos, en olvido. Pero algo se abre en los cielos y, all en la colonia, en lo profundo, hay quien levanta la mirada. Arriba, la b squeda llega a su fin. El ltimo profundista descubre que, para enga ar a los dioses, la humanidad se ha enga ado a s misma. Y es el momento de despertar.