Escrib? estos breves relatos con el fin de, si no consolar, acompa?ar a quien se vea en la penosa y natural disposici?n de compartir, como yo, una melancol?a constante. En momentos de desasosiego, pocas cosas suelen evitar que caigamos a?n m?s en el hoyo de la desesperanza y desilusi?n que traen consigo distintas experiencias en nuestra vida. Constantemente experiment? un tedio por las situaciones que acontec?an en m? d?a a d?a. Las experiencias que pod?an brindarme alegr?a, aunque efusiva, no lo hac?an. Una apat?a diaria nublaba mis sentidos y mi raz?n. En uno de esos momentos, a mis veinticinco a?os, tuve el agrado de leer a Ryunosuke Akutagawa, y logr? inspirarme a recopilar y escribir estos peque?os escritos. La forma en la que simpatic? con cada uno de sus relatos es inexplicable. Supe que, hac?a casi cien a?os, hubo en tierras asi?ticas un joven escritor que transit? el mismo camino accidentado y l?gubre, al cual, por razones distintas, llegu? a parar desde muy corta edad. Muchas veces dese? terminar como ?l, pero me insist?a constantemente a no hacerlo, desist?a y me aferraba a lo que me permit?a continuar con mi camino. Y aunque pueda haber otros autores con historias iguales o m?s tr?gicas, la empat?a que viv? fue tal, que mientras lo le?a experiment? un sentimiento acogedor, como de un c?lido abrazo, uno que solo sabe darlo un viejo amigo, o incluso la simple presencia a mi lado de quien compart?a mis desavenencias e infortunios.