Ensamblar, fusionarse con la vida misma, con la cotidianeidad, con un futuro sin remedio, inescrupuloso..., que nos propone: el misterios del sol, de la luna espumada, de las estrellas que deambulan di fanas, cortejando a los meteoros, que se desprenden sonoros como un flash en su rauda embestida. Y ese reloj de arena que se filtra, que no frena y que gota a gota nos condena, por temor, a la llegada del todo inexorable, del imprevisto final.
El dolor aprieta sus dientes, cuando nuestras heridas calientes, lo paralizan, lo descolocan pero a n as ..., casi siempre gana esa pulsada y no deja de avanzar. Y la alegr a, casi siempre indiferente, se desliza suavemente, aprendiendo a caminar. Diferentes emociones, convergen, confluyen... y lagunas de dudas, oc anos de preguntas, se hacen presentes. Muchas veces renegamos de nuestra condici n, pero lo que m s deseamos, en definitiva, es: ser poseedores de un esp ritu intachable para dar luchas incansables, en pos del amor y de la paz, d ndole pelea a la adversidad, que nos provoca en forma constante y a veces nos hace flaquear.
Para mis padres Leticia y scar, que habitan en el para so, para mis hermanas Delia y Mirta, que siempre est n a mi lado y para mis cuatro patitas Ay n, que alimenta mi alma, con sus payasadas. Y un profundo agradecimiento, a mis maestros, a los que siempre presentes en mi memoria, me convirtieron en lo que soy, al Dr. An bal Ferrer y a Don Emilio P rez Delgado, gracias, jam s los olvidar .