La escasez de comida, de gasolina, la falta de atenci?n m?dica entre otras muchas carencias no disminu?an el amor que Jos? Manuel Teja -misionero franciscano que hab?a pasado m?s de cincuenta a?os entre indios Waraos y Pemones- sent?a por Venezuela y su gente.
En primera persona nos relata su encuentro con Antonio, un visitante que adem?s de traer ropa, caf? y otros apreciados v?veres a la Misi?n de Kavanay?n, tambi?n trae noticias del resto del pa?s. El hermano tiene la esperanza de que sean buenas nuevas, de que la crisis no vaya m?s all? de la selva que los rodea, pero al final del d?a confirma que al igual que el sol sale para todos tambi?n la lluvia cala en la mayor?a.
La Misi?n de Guaraimujo, en el Delta del Orinoco, hab?a sido cerrada por falta de suministros, dejando a decenas de ni?os sin atenci?n. El hermano ten?a la ilusi?n de que no pasara lo mismo con la Misi?n de Kavanay?n y pudiera morir en paz con la mirada puesta en el Roraima o en el Sororop?n Tepuy.