La historia de un arroyo, hasta la del m s peque o que nace y se pierde entre el musgo, es la historia del infinito. Sus gotas centelleantes han atravesado el granito, la roca calc rea y la arcilla; han sido nieve sobre la cumbre del fr o monte, mol cula de vapor en la nube, blanca espuma en las erizadas olas. El sol, en su carrera diaria, las ha hecho resplandecer con hermosos reflejos; la p lida luz de la luna las ha irisado apenas perceptiblemente;...