Si es usted alguien con sentido com n, que a ora el reino de las cabezas c lebres. Si ya empu a la gida, y sabe cu n triste es el balido de la oveja, el trono de los que solo amantizan el s mil de la nieve. Si acaso fuera NADIE, o la costilla que a n gravita, no vacile en cuestionarse si pude o no escribir la verdad del hombre, esa que sin vacilaciones ni humaredas, concediome la palabra desde el m s silente de los p ramos. De todas formas, le confieso...