AL descubrir aquellos dos hombres, la sorpresa de los cuatro terrestres no pudo ser mayor. Su primer pensamiento fue suponer que otra potencia de la Tierra hab a enviado una astronave de exploraci n. Abrieron, claro est , mucho los ojos, como puede abrirlos quien presencia el m s ins lito fen meno. Despu s se dedicaron a escudri arlos con inter s casi cient fico.
Ninguno de los cuatro hombres que acababan de efectuar el aterrizaje violento en el primer planeta del Sistema ten a noticias de la existencia de seres vivos en Mercurio. Es m s, dada la proximidad de Mercurio al Sol, unos 58 millones de kil metros (0,389 U. A.), la temperatura de aquel mundo ardiente pasaba de los ciento cuarenta grados cent grados sobre cero y ning n astrof sico habr a osado imaginar siquiera la posibilidad de vida org nica all .
Pero las dos figuras caminaban por la amarilla hendidura y no eran fruto de ning n espejismo. Eran seres vivos y, aparentemente, su forma an loga a los humanos de la Tierra.