El Creador estaba sentado en su trono, pensando. A sus espaldas se extend a el ilimitado continente del cielo, impregnado en un glorioso resplandor de luz y color; y ante l se elevaba, como un muro, la negra noche del Espacio. Su poderosa mole se alzaba hacia el cenit robusta como una monta a coronada por su divina cabeza, que reluc a como un sol distante. A sus pies se ergu an tres personajes colosales, disminuidos por contraste casi hasta la extinci...