New York, huele a ?xito, y a su vez a fracaso. Contaminamos nuestro propio tiempo con sue?os frustrados, y nos ahogamos en un mar de lamentos. Pero estamos rodeados de oportunidades, ofertas de trabajos que no nos pertenecen o no est?n destinadas a ser nuestras. Aqu? todos llevamos la urgencia de vivir, de estar un paso m?s cerca de ese futuro deseado, de ese anhelo a la felicidad.